Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Referéndum.. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Referéndum.. Mostrar tots els missatges

diumenge, 27 d’agost del 2017

La manifestación de ayer en Barcelona

Mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado L'estiu català, el verano catalán sobre la manifestación de ayer en Barcelona. He tratado de dar cuenta de la manifestación como pude verla en los medios, el nuevo y simbólico fracaso del nacionalismo español en su intento de boicotear el catalán, las consecuencias para la próxima Diada y, después de esta, las perspectivas del referéndum del 1/10 de cuya relización pocos tienen alguna duda.

Al margen de otras consideraciones no menos llamativas, lo más repugnante de la operación desembarco español en Cataluña, organizada probablemente por ese cerebro privilegiado para el disparate de la ratita hacendosa, ha sido el uso de tres aviones para llevar a toda la clase política española en cómodos vuelos de ida y vuelta a cargo de los contribuyentes. La finalidad no era engrosar honradamente las filas de manifestantes, sino arropar y proteger al Rey ante los más que previsibles abucheos, pitos y gritos. Es decir, los contribuyentes hemos pagado de nuestro bolsillo el vuelo de una manga de cortesanos a defender la unidad de España y la bondad de la Monarquía en un territorio que cuestiona ambas. A ello se ha prestado una izquierda claudicante (PSOE y Podemos), demostrando una vez más que, cuando se trata de Cataluña, la izquierda y la derecha españolas dicen y hacen lo mismo y que, en consecuencia, la única oposición digna de tal nombre hoy está territorializada en Cataluña. En consecuencia y maliciándome que la banda de ladrones que gobierna el país habrá hecho las habituales trapacerías, es urgente que la oposición pida en el Congreso la relación nominal de todos los beneficiarios de ese "gratis total" que tenemos que pagar los contribuyentes. Conociendo el percal, es de sospechar que estos pájaros habrán llenado los aviones de amigos, deudos, enchufados y ligues, como hacen siempre. Todos a dar vivas a un Rey al que, en realidad, no quiere nadie.

Aquí el texto en castellano:

EL VERANO CATALÁN

El nacionalismo español vive un angustioso dilema. Por un lado, no querría que se hablara de Cataluña, refugiado en su ancestral tendencia a no hacer frente a los problemas, ni siquiera los que amenazan su subsistencia como ideología. El caso de Cuba viene siempre al recuerdo. Por otro lado, pretende que solo se hable de Cataluña, pintándola como la suma de todo mal sin mezcla de bien alguno a los efectos, principalmente, de que deje de hablarse de la corrupción y la incompetencia y la inoperancia del gobierno, cuando no de su ridículo fracaso en la guerra sucia sistemática contra el independentismo catalán. Dura elección entre ocultar un peligro o magnificarlo para no mostrar las propias vergüenzas.

La realidad, que no espera la solución de los dilemas por angustiosos que sean, ya se ha impuesto con tal contundencia que se ha comido hasta el monstruo del lago Ness y otros fantasmas de las rotativas estivales. De forma que en todo el verano el tema dominante ha sido Cataluña y, a partir del atentado de la Rambla, el único, por su magnitud y sus consecuencias. De pronto, un acto de insensata barbarie ha puesto de relieve una crisis profunda del conjunto del sistema que ha afectado y afecta a la misma Jefatura del Estado.

Los medios, los políticos de turno y muchos otros, quizá de buena fe, han hecho extrapolaciones a otros países (Inglaterra, Alemania, Francia) que han tenido este tipo de amargas experiencias con un terrorismo de tipo amok, dando por supuesto que es un fenómeno común a un determinado tipo de sociedades, muy parecidas. Y ese es el error. España no se parece a los regímenes con los que la élite dominante quiere codearse. La ficción de que, tras la transición, el país es “normal” y equiparable a las otras democracias europeas es una ficción ideológica a cargo de intelectuales complacientes con la oligarquía. España sigue siendo la misma sociedad caciquil, atrasada, corrupta del franquismo y, a causa de enfrentamiento con Cataluña, también es una sociedad profundamente dividida en un conflicto territorial en el que el atentado ha impactado como un meteorito, causando un mayor estropicio del que había.

Al margen de las cuestiones específicas, de detalle, sobre si unos cuerpos de seguridad han actuado mejor o peor en sus relaciones internas siendo así que estas están envenenadas por la mala voluntad del gobierno del PP hacia Cataluña, es ya irrelevante. Un hecho es incontrovertible: los mossos han coronado con éxito una complicada situación antiterrorista en condiciones de debilitamiento premeditado, incluso de hostilidad. Y, de este modo, la opinión pública ha tenido conocimiento de algo que se venía sospechando desde el descubrimiento de la “Operación Cataluña” del ministro Fernández Díaz, el sectario del Opus que intentó acallar un país entero con una Ley Mordaza franquista, esto es, que el Estado mantiene una actitud de deliberado boicoteo de Cataluña en todas las cuestiones relativas a la seguridad de la ciudadanía.

De aquí se ha seguido una conclusión que se ha impuesto por la fuerza de los hechos y así ha sido apreciada por todos los medios extranjeros, esto es, que Cataluña ha sabido gestionar una crisis muy complicada por su cuenta, demostrando de hecho su capacidad para actuar como Estado. Y esta conclusión ha traído otra, como las cerezas: el Estado, en cambio, ausente durante el episodio, solo se ha materializado para dejar constancia de su inutilidad y su estricto papel de comparsa, tratando de arrebatar el protagonismo a quien verdaderamente corresponde: la sociedad catalana, con sus fuerzas de seguridad e instituciones. Y a nadie más.

Allí donde Cataluña ha ganado, el Estado ha perdido, al extremo de que queda reducido a los momentos estrictamente protocolarios y aun en estos se le cuestiona el derecho a organizarlos, presidirlos, participar en ellos. Innecesario añadir que, en ese manejo de los gestos, los símbolos, los protocolos, la Casa Real, responsable de la imagen de los Reyes ha puesto en marcha una campaña a base de prensa rosa con fotos de los monarcas llorando a lágrima viva por las desgracias de sus súbditos que seguramente ha multiplicado la cantidad de republicanos en el país.

Si de lágrimas se trata, contrastan vivamente las de los monarcas con las del padre de Rubí que perdió a su hijo en la Rambla con el imán de la comunidad. Eso es sentimiento auténtico de los propios afectados. Lo otro, la habitual escenificación en honor de los Reyes que, cuando menos, debían tener la compostura de controlarse en público, para no insultar más a la gente que tiene que soportarlos.

Ese atentado marca un hito en la historia nacional de Cataluña y la reiterada reacción de activismo, templanza y solidaridad de su población (desde la expulsión de los nazis en una manifestación a esta última prueba del padre del nen de Rubí) la prueba de que es una comunidad con un grado alto de civilidad.
Que el resultado haya sido un debate verdaderamente odioso en los medios, sesgado en contra de los independentistas y de los catalanes en general ha permitido ver cómo aumenta el nivel de odio hacia lo catalán, a medida que se hace más verosímil que, ante la incompetencia del gobierno español, se celebre el referéndum el 1º de octubre y el resultado sea “sí”.

Ese es el estado de ánimo con que el nacionalismo español afronta los quince días que quedan para la próxima Diada. Un ánimo que está muy afectado por el espectáculo que se ha visto obligado a presenciar con motivo de la manifestación contra el terrorismo. El desembarco de la clase política en pleno en defensa de la monarquía y la unidad de España para protestar por un terrorismo que muchos le acusan de fomentar era también sentido como una provocación.

La manifestación se inició tras saberse por boca del presidente Puigdemont que la Generalitat ya dispone de más de seis mil urnas. El País, que se ha convertido en un tabloide al servicio del gobierno, de su partido, en el que escriben los habituales “intelectuales” a sueldo de la oligarquía sector “moderado”, llama provocación a la revelación de Puigdemont. Por supuesto no lo llama a la decisión del Gobierno de hacer un desembarco españolista en Barcelona, fletando aviones especie de autobuses aéreos con bocadillos para sus mítines, repletos de cortesanos solícitos, dispuestos a defender la unidad de España, la Monarquía y… el gratis total para los enchufados a cuenta del erario. Incidentalmente, es de esperar que alguien con dignidad en el Parlamento exija la lista completa de quiénes han viajado en esos tres aviones a cuenta del contribuyente… para hacer el ridículo monárquico en una tierra republicana
Tanto el Rey como su guardia pretoriana de cortesanos y lacayos han aguantado abucheos, silbidos y denso flamear de esteladas. Una glorioso oleada de independentismo que ha enfrentado a toda la clase política española, al Rey, los franquistas del gobierno y los de la oposición con una realidad social aplastante que no entienden, no quieren ver y si pudieran, destruirían por la fuerza: que España ya no pinta nada en Cataluña, que los discursos, el español y el catalán, son divergentes y hasta opuestos.

Intentaron falsear la realidad con la habitual demagogia y el concurso de unos medios mercenarios: pidieron que no se politizara la manifestación con la secreta aspiración de politizarla ellos en el último momento y de vender así a la opinión mundial una imagen falsa de la protesta de Barcelona, táctica de envenenamiento que bordan el ABC, La Razón, El País y otros panfletos de la derecha. Como no lo consiguieron porque el nacionalismo español es una magnitud despreciable en Cataluña ahora acusan a los independentistas de haber “dinamitado” (sic, expresión de El País) la manifestación. En realidad es evidente ya que no se puede seguir gobernando un país en contra de la voluntad de su pueblo, por mucho que el monarca se haga el tonto (cosa nada difícil para él) que los gobernantes mientan y practiquen el boicoteo y la guerra sucia y la oposición simule querer arreglar una situación en la que ha tomado partido por la opresión de una minoría nacional, la catalana, que debiera apoyar por mera decencia intelectual.

En resumen, la manifestación contra del Rey, el gobierno franquista, la oposición sumisa y el nacionalismo español es ya la señal de partida para la carrera hacia el gran momento siguiente, la Diada con su carácter especial. Las de los años anteriores fueron como hitos en el proceso de autoconciencia de los catalanes, casi como un aprendizaje, el de un pueblo que por fin se ve a sí mismo como tal. Esas Diadas son censos periódicos de la voluntad nacional catalana, revista de fuerzas en previsión de una batalla final. La Diada próxima es justamente la víspera de esa batalla, que ya está convocada para el 1/10. Por ello, los preparativos están siendo especialmente intensos.

La Diada tiene que mostrar la fuerza a base de luchar no por la adhesión de los incondicionales, que se da por descontada, sino por el pronunciamiento de los indecisos. No basta con que supere en cantidad de asistentes a la del año pasado sino que es preciso realizarla con el mismo espíritu abierto, pacífico y democrático de aquella, al tiempo que se transmite la impresión de que estas movilizaciones obedecen a una capacidad de organización y una prueba de estabilidad política tras el referéndum que atraiga el voto moderado de los indecisos, en cuyo nombre se libra esta batalla.

Es de esperar todo tipo de maniobras políticas y recursos más o menos legales del gobierno central en contra de la realización del referéndum. En consecuencia, no es posible argumentar a fondo porque todo dependerá del grado de uso de la violencia por parte del Estado (si la emplea) y la capacidad de resistencia de la Generalitat y del conjunto de la población. Entre los mensajes que interesadamente se difunden desde los medios de comunicación al servicio del gobierno y los columnistas y analistas mercenarios del poder destaca el de la supuesta fatiga de la sociedad catalana, que lleva años de movilización y empieza a resignarse ante la posibilidad de un nuevo fiasco en sus expectativas. No tienen ni un solo dato para sostenerlo y, por lo tanto, es una de sus habituales mentiras con efectos desmovilizadores. Pero un examen desapasionado de la realidad prueba que esta tiene signo contrario. Los catalanes aparecen mucho más movilizados que nunca gracias a la iniciativa de sus instituciones, hasta el extremo de que cabe decirles lo que Mirabeau dijo a sus compatriotas franceses en un momento decisivo para la vida de su país: Français, encore un effort si vous voulez être libres; Catalanes: un esfuerzo más si queréis ser libres.

A falta de otra indicación es legítimo suponer que el referéndum se celebre y se celebre en condiciones y con garantías que puedan esgrimirse. Habrán de ser convincentes, para no perder mucho tiempo sobre cuestiones accesorias. En principio dos pueden ser los resultados: triunfo del sí y triunfo del no. También soslayamos el inevitable filibusterismo que se padecerá con las condiciones de participación para legitimar los resultados.

Si triunfa el “sí”, no hay sino negociar la separación en un clima de confianza y colaboración. Si triunfa el “no”, el Govern se ha comprometido a convocar nuevas elecciones autonómicas.
Y no hay más, ni nunca lo hubo. Hoy, tras la monumental pitada a España en las personas de su Rey, sus gobernantes corruptos y su oposición claudicante, que la prensa internacional recoge ampliamente, solo existe un camino: la celebración del referéndum de autodeterminación el 1º de octubre próximo. De haberlo pactado antes y negociado los términos (plazos, pregunta, participación, porcentajes), el nacionalismo español habría podido ganarlo. Al no hacerlo y no poder impedirlo, lo habrá perdido.

Y Cataluña habrá ganado.

dissabte, 26 d’agost del 2017

El desembarco español en la manifestación de hoy

Las noticias son confusas. El Rey confirma que va la manifestación por el atentado. Rajoy parece habérselo pensado y acompañará a su Rey. Va a asistir todo el gobierno,  así como los presidentes autonómicos y la habitual nube de altos cargos, políticos influyentes, parientes y enchufados. Todos en un avión especial Airbus 360 fletado con cargo a los presupuestos. Y se dice que los aviones pueden ser tres. Una verdadera flota de Estado en defensa de la unidad monárquica de España. Y, como es un asunto de Estado, en la misma aeronave viajará el líder de Podemos. Haciendo patria que también podría hacerse en la Puerta del Sol, con una concentración nacional-española.

El manifiesto intento de "españolizar" la ocasión choca con el desastre de la gestión estatal del atentado.Y peor aun que desastre, choca con la permanente hostilidad y guerra sucia del Estado a Cataluña como ha quedado claro al descubrirse la manipulación política partidista del ministerio del Interior del PP en relación con los Mossos y la seguridad de la ciudadanía catalana. Con las consecuencias de todos sabidas. Es como si, reconociendo la incompetencia, la ineptitud y la mala fe de las autoridades políticas españolas en este vidrioso asunto de la policía y la lucha antiterrorista, el Estado quisiera ahora compensar con un espectáculo simbólico de reconstitución de una predicada unidad que no se ha dado nunca.  Y precisamente a causa de quienes hoy aterrizan en Barcelona a unirse a una manifestación que es de esperar no se les vuelva en contra.

La presidencia del Rey, ya cuestionada desde el primer instante por la CUP con apoyo muy extendido, se quedó en una asistencia, en una presencia prácticamente personal. Seguramente el Monarca piense que es hora de romper la desafección que ya denunciaron hace más de diez años Maragall y Montilla. Y crea conveniente hacerlo aceptando las condiciones catalanas, como un ciudadano más. Se trataría de demostrar con hechos su convicción democrática.

De ser así, lleva mal camino al tomar la forma de una especie de expedición española monárquica en territorio desafecto y mayoritariamente republicano. Sin duda el gobierno piensa en clave española que el Rey no puede ir a título individual y debe hacerlo como Jefe del Estado, razón por la cual convierte la presencia del Rey en un acto de afirmación monárquica española, al que se suma el líder de la oposición de Podemos. Sánchez no irá en ese avión porque ya se encuentra en Cataluña, en la manifestación en Cambrils. No sabemos si, estando en Madrid, hubiera aceptado la invitación a sumarse al séquito real español en tierras infieles o hubiera seguido montado en su coche.

Aspecto este nada trivial: los políticos españoles asistentes a la manifestación de hoy lo hacen con cargo al erario. Es de suponer que esos aviones, sean uno o tres, los devolverán a Madrid por la noche. Gratis total. El resto de la ciudadanía, si quiere asistir a la manifestación para hacer lo que estos habrá de pagárselo de su bolsillo.

La manifestación de hoy pretende traducir un estado de rechazo unánime al terrorismo por lo que algunos recomiendan no llevar esteladas. Pero  la intervención del gobierno de acuerdo con el Rey al convertir el acto en uno de afirmación española, de unidad ficticia, impuesta a la fuerza, elimina los reparos y consideraciones de los indepes en sus diferentes gamas.

La manifestación de hoy es un acto político que seguirá cambiando las reglas de juego entre España y Cataluña. De hecho, ha comenzado a serlo desde el momento en que Puigdemont recibe a la expedición española con la noticia de que la Generalitat ya tiene 6.000 urnas. Provocación lo llama El País.

El término es grueso pero formula igualmente lo que piensan los indepes del desembarco monárquico español. Una provocación.

divendres, 25 d’agost del 2017

A Barcelona en avión

El País se esmera en la prudencia monárquica. El Rey asistirá este sábado a la manifestación de Barcelona, así, como el que no quiere la cosa, ocultando el episodio de la negativa de la CUP a asistir a una manifestación encabezada por el monarca. Al final, el Rey irá en el séquito, mezclado con la plebe.A la cabeza, los héroes brechtianos del momento, los que se enfrentaron directamente a unos hechos que no esperaban y salieron airosos.

Maliciándose lo peor, el gobierno no ha querido dejar solo al Monarca y ha decidido acompañarlo en bloque en tan difícil momento. Es un gobierno servicial, aunque bien tratado pues ha fletado un avión para el desplazamiento, nada menos que un Airbus 360, un bicharraco. Como sobra espacio, se ha invitado a volar a los presidentes de las CCAA y a todo tipo de dirigentes políticos, incluida la oposición y cargos  variados. No va el presidente del gobierno, pero sí la vicepresidenta.  En ese vuelo viaja casi al pleno el gobierno del Estado y con el único fin de arropar Felipe VI que, al no encabezar la manifestación, necesitará una guardia pretoriana que realce su augusta persona, esforzados paladines de la causa borbónica, desde los obsequiosos cortesanos estilo Pío García Escudero a los cortesanos algo más protestones, estilo Pablo Iglesias. Así que allá va de telonera la clase política, toda ella lealmente monárquica,  a una tierra de fuerte sesgo republicano.

En el fondo de la confrontación Monarquía-República está la territorial España contra Cataluña. En su afán por proteger al Rey el gobierno y la clase política en conjunto no se dan cuenta de que están escenificando la enfrentada dualidad española con una nueva forma de imposición española está vez por aire. Un avión monárquico cargado de muchoespañoles que aterriza en un territorio a punto de realizar un referéndum para declararse República.

dijous, 24 d’agost del 2017

Objetivo prioritario, Cataluña

La Operación Cataluña que forzó comisiones de investigación en el Congreso y en el Parlament tenía ramificaciones y raíces. Se han descubierto con el desastre de la gestión del atentado de la Rambla a cargo del gobierno central y la contundente acción de los mossos catalanes.

A estas alturas, lo de menos son las minucias y los detalles secundarios, a los que suele darse una importancia desmesurada para tapar debates de mayor trascendencia. Se entiende la preocupación de El País por cargar contra los mossos, desmerecer algo su trabajo y ocultar la ridícula incompetencia del ministerio del Interior y el gobierno. Ha sido todo demasiado llamativo. Sin embargo, es indiferente llegar a una conclusión respecto a estos asuntos específicos, sobre si la comunicación llegó o no llegó, si unos fueron y otros no, y quién hizo qué y cuándo. Probablemente nunca quedarán las cosas claras del todo. Ni falta que hace.

La evidente descoordinación (incluso enfrentamiento) entre las fuerzas de seguridad es el verdadero problema de fondo. Y mucho más lo es que se demuestre haber sido  política deliberada del gobierno torpedear la acción de los mossos así como negar a estos información y recursos que les eran vitales. Que esto es política deliberada se ve en las mentiras de la vicepresidenta quien justifica la falta de acceso de los mossos a la información de europol en una decisión de este órgano. Tiempo ha faltado al tal para desmentirla, asegurando que la cuestión de los mossos es un asunto interno de España como se ve por el hecho de que la Ertzaintza sí tiene acceso a Europol. Y la Ertzainza tiene ese acceso porque el PNV apoyó los presupuestos del gobierno. 

Los mossos, en cambio, no porque la Generalitat está en una actitud díscola. Así que la Ratita Hacendosa los castiga a no entrar en el club de los informados. Dos facetas denota esta actitud. Una, de patrimonialismo casi infantil por cuanto la vicepresidenta gestiona con caprichos de favoritismo político. Otra una irresponsabilidad sin límite puesto que esos caprichos afectan de forma directa a la seguridad de la ciudadanía.

Es el Estado, es el gobierno, quien actúa en contra de los mossos, boicotea su actuación, la cuestiona, la debilita. Y esto no es reciente. Viene del comienzo del mandato de Fernández Díaz. Un hombre que, además de condecorar vírgenes, puede ver con regocijo que alguien destroce la sanidad catalana seguramente hará lo inimaginable por destrozar también la seguridad colectiva. De hecho, para eso parece haber montado una especie de "policía política" no al servicio del Estado, sino del gobierno del PP, o sea, del PP. Una policía de partido, igual que hay jueces de partido que actúan como tales a cara descubierta. 

El proceso independentista catalán está poniendo de manifiesto la incompetencia del Estado español en los aspectos político, judicial y policial. Añádase la corrupción estructural y calíbrese la autoridad y legitimidad de este Estado y este gobiernoa la hora de enfrentarse al independentismo catalán.

dissabte, 19 d’agost del 2017

Un plan para Cataluña

Tal cosa promete el PSOE para el próximo 28 de agosto, festividad de San Agustín de Hipona, el autor de La ciudad de Dios contra los paganos. Ya puede ser bueno un plan para Cataluña que bajo tal advocación amanece.

De antemano debe reconocerse a la iniciativa socialista el valor de procurar una solución dentro del marco institucional de legalidad en el que quiere moverse. No es mucho, pero es infinitamente más que la inoperancia del gobierno durante todos estos años, producida por un complejo de indolencia, incompetencia, indiferencia e ignorancia. A lo que debe añadirse una actitud de desprecio y agresividad.

Admitir que Cataluña es sobre todo un problema español y el principal, como lo fue en su día el País Vasco es un gran avance, aunque parezca mentira. Reconocer, al mismo tiempo que lo de Cataluña, siendo más grave para España que fue lo del País Vasco, no puede resolverse por los procedimientos que allí se emplearon es un avance sobre el avance. Pero no tendrá efectos positivos de no venir coronado el reconocimiento por un plan para Cataluña que no solo acepte el Parlamento español, sino tambien el catalán. Y esto es muy problemático.

El plan ideal, para Palinuro, especie de "programa máximo" de la oposición, sería un referéndum pactado que permitiera aplazar prudencialmente el del 1/10. La garantía habría de contar con el voto favorable cuando menos del PSOE, el PP y Podemos.

Esa posibilidad suena inverosímil en principio porque los mismos proponentes la excluyen al afirmar que su propuesta tiene la finalidad de desconvocar el referéndum del 1/10 al que consideran ilegal. Bien. En sentido estricto, la objeción es a la ilegalidad, no al referéndum en sí mismo. Es decir, efectivamente bien podría el PSOE presentar un plan para Cataluña consistente en desconvocar el referéndum del 1/10, convocándolo para uno o dos meses más tarde como referéndum pactado. Con lo cual ya no sería ilegal, que era el gran obstáculo.

Aun así, es poco probable que el PSOE la formule y el Congreso la apruebe. Por eso, el PSOE se remite a la sabiduría agustiniana y quiere formular un proyecto de convivencia tan sugestivo y prometedor para los indepes catalanes que les haga olvidar su precioso referéndum como si bebieran las aguas del Leteo. Es difícil imaginar qué propuestas puedan los socialistas presentar para que, en el análisis de costes/beneficios de los indepes, los beneficios de aceptar sean superiores a la celebración del referéndum.

En realidad no es difícil; es imposible. Se echa de ver no en el fondo del proyecto de un plan para Cataluña, sino en su forma: como debate y decisión del Congreso español que podría, incluso imponerse (es imaginable) en contra de la voluntad de los diputados indepes. Estos no aceptarán una fórmula impuesta por el Parlamento español (adoptada, además, como resultado de una muy improbable reforma constitucional) y el Parlamento español, probablemente, no aceptará debatir la fórmula de acuerdo catalán en una negociación bipartita de igual a igual.

Así que el plan para Cataluña se antoja poco viable. De momento.

dijous, 17 d’agost del 2017

Carme Forcadell, el independentismo cool

Al final, somos tradicionales: las revoluciones las hacen los parlamentos, el Parlamento inglés en el siglo XVII, el Congreso continental en Norteamérica, la Asamblea Nacional en Francia en el XVIII, la asamblea de Frankfurt en el XIX (aunque fracasara), el Parlament de Catalunya. Tradición en la revolución y revolución en la tradición porque el Parlamento catalán está presidido por una mujer. Un dato de mucha importancia por lo conseguido hasta la fecha y lo por conseguir a partir de ahora.

Carme Forcadell es una figura muy relevante por representar una confluencia de corrientes representiva de la situación catalana. Se unen en ella la militancia en la izquierda, en ERC, con el activismo social a través de la ANC y, antes, de la Plataforma en defensa de la lengua catalana y el nítido compromiso independentista. Su imputación por los presuntos delitos de desobediencia y prevaricación ante la justicia española añade al cuadro anterior un valor simbólico, al configurarla como la heroína de la causa del Parlamento, que es la causa de la soberanía del Parlamento.

En el terreno práctico, táctico, inmediato, las decisiones de este órgano, como las del Govern, se ajustan al modelo de desgaste de la guerra de guerrillas contra el mastodonte del Estado al que, de momento, han amargado las vacaciones en previsión de males mayores. Esas medidas, es patente, tratan de ganar tiempo y tener al gobierno distraído mientras se prepara la gran manifestación de la Diada. Juego del ratón y el gato. El proyecto de ley cuya tremenda complejidad obligó a retirarlo ayer, se aprobará en lectura única en vísperas del 11/9, que se celebrará contando ya con el recurso del gobierno y hasta es posible con la correspondiente suspensión del Tribunal Constitucional. Ambos órganos han llegado casi a la simultaneidad de actividades a fuerza de identificarse el uno con el otro.

Uno de los rasgos más significativos del independentismo catalán y que el unionismo español apenas entiende es que es cool. Traten de explicárselo al de los sobresueldos.

dimecres, 16 d’agost del 2017

155, fuera

Llegará el 1/10 y el gobierno seguirá sin saber qué instrumento jurídico puede aplicar para resolver la cuestión catalana porque, aunque él se empeñe, esa "cuestión" no es jurídica, sino política. Y de eso, de política, el gobierno entiende poco.

Cualquier estratega de medios pelos hubiera aconsejado a los gobernantes no prescindir de antemano del 155, dadas las circunstancias. No se gana nada pues el adversario ya ha advertido que no reconocerá ninguna medida represiva española. En cambio se pierde mucho porque, si de verdad see prescinde de él, se da ventaja al adversario y, si no se va a cumplir el propósito, se quedará como embustero o incapaz de mantener una línea fija.

Lo más probable es que la renuncia al 155 se deba a un nuevo y maquiavélico plan ideado por el think pan en torno a la vicepresidenta del gobierno, luminaria de la caverna y que funcionará tan bien como los anteriores.

dimarts, 15 d’agost del 2017

¡Que vienen los radicales!

La sintonía entre El País y el gobierno es admirable. Un par de días después de que Rajoy aconsejara a los indepes catalanes que se separen de los radicales, el que fuera diario de referencia de la izquierda titula que "la CUP se hace con el control del proceso soberanista." Como sabe todo el mundo, CUP es sinónimo de radical. Al grano: los radicales se hacen con el control, etc. No es sintonía; es coincidencia. La finalidad: vencer el independentismo dividiéndolo. Eso de dividir al adversario se le da muy bien a la derecha cuando se enfrenta a la izquierda, a la que manipula. Está por ver si también lo consigue con los indepes.

Carece de imprtancia si el anuncio de El País es verdadero o no. Extraer de los últimos acontecimientos relacionados con la CUP (el autobús, el cartel de Barrámoslos con la figura de Mas y el juego del escondite con las 8.000 urnas) la conclusión de que los "antisistema" controlan el proceso indepe es un salto en el vacío colgado de la liana de la manipulación. Y, si se hace sinceramente, muestra un grado alarmante de incapacidad analítica.

La CUP es una organización antisistema radical. Es más cosas, desde luego y muy interesantes, pero, a los efectos aquí, es antisistema y radical. Y también es independentista, siendo el independentismo, según reiteradas manifestaciones orgánicas, la prioridad táctica absoluta. La CUP apoya el gobierno de JxS en el punto concreto de la independencia, tanto en sus aspectos directos como indirectos. Pero en nada más. En el resto, es una organización autónoma y toma sus decisiones que, a veces, causarán problemas al gobierno de JxS. Es lógico y está en su derecho.

La esperanza del sector gubernamental y periodístico es que esos rifirrafes en el independentismo lleven a un enfrentamiento entre los "burgueses" y los "radicales" que dé al traste con la hoja de ruta bien porque los "radicales" impongan una ruptura por intransigencia o porque los "burgueses" la fuercen pretextando esa misma intransigencia. La esperanza viene añadida del recuerdo de que la CUP solo tiene diez diputados pero son imprescindibles para la mayoría absoluta indepe. Una situación en verdad compleja con cierta carga moral por ambas partes.

Evidentemente, una ruptura sería el fracaso de la hoja de ruta y, en el caso de que se cargara a cuenta de la CUP (los "radicales" de la derecha) demostraría que en aquella, al final, habría prevalecido el criterio de la revolución social antes que la revolución nacional, en contra de lo que hasta entonces habían afirmado. Se había llegado a esta conclusión obvia al ver que, si no tienes un Estado, es inútil que pienses en la revolución social. Si lo tienes quizá tampoco; pero, si no lo tienes, despídete. 

Y es que, efectivamente, la CUP mantiene su criterio original: primero lo nacional y luego, lo social. ¿La prueba? Que se ha aplazado la petición de dimisión del conseller que denunció el asalto al autobús al día dos de octubre. Así que, malas noticias para las esperanzas de las derechas: de enfrentamiento, nada. De ruptura del frente indepe, menos. El pacto llega hasta el 1º de octubre. Pero llega. Es incomprensible que los analistas no lo vean. La CUP no controla nada. Los de JxS, tampoco, aunque tengan más margen institucional de maniobra. En realidad, el llamado proceso no lo controla nadie en concreto, sino el apoyo activo de una mayoría social. La Generalitat está sostenida, animada, impulsada, asistida, acicateada por una sociedad civil muy activa, por los sectores profesionales, empresariales, mediáticos, educativos, religiosos, etc. Es un movimiento de masas. Los del 3% u ocultación del 3% parecen pasar por alto el 97% restante. 

Y, como tal movimiento de masas espontáneas y articuladas en muchas formas de organización que se entrecruzan, nadie controla nada. Hay un control generalizado difuso que tienen asumido todos las participantes. Y todas quiere decir todos: el movimiento es democrático y pacífico. 

El próximo día de control difuso, previo a la fecha del 1/10, es el once de septiembre, la Diada. Parada y revista de las fuerzas del referéndum.

dilluns, 14 d’agost del 2017

Entrevista a Palinuro en ara.cat

Es una entrevista breve sobre las cuestiones "candentes" del momento, enfocada hacia la actitud de los intelectuales. Para más información es recomendable el artículo de Dani Sánchez Ugart en el mismo periódico, titulado Els intel.lectuals espanyols donen l'esquena a l'1-0 en el que se pregunta a algunos más del oficio y pro-referéndum, como Suso de Toro, Jaime Pastor o Sánchez Cuenca, aunque de este último no tengo tan claro hasta dónde llega su apoyo. Lo que más me ha interesado ha sido la justificación de la censura de los defensores del independentismo en los medios madrileños, a cargo de Pablo Smón, intelectual de Podemos: “Si existeix" (la censura, la espiral del silencio en Madrid, se entiende) és en la tria dels col·laboradors, però cal tenir en compte que per tenir tertúlies plurals a tot l’Estat, amb la correlació de forces actual, la defensa de l’1-O ha de ser minoritària”. Da algo de vergüenza responder a un razonamiento tan capcioso; por eso lo haré escuetamente, al estilo Rufian:

1.- No es minoritaria. Es inexistente. 
2.- No es censura. Es mordaza.
3.- ¿Tertulias políticas plurales en todo el Estado? ¿Desde Madrid?
4.- Madrid ¿es el Estado? Sí. Es su cabeza mediática, que razona en tertulias.
5.- Y el corazón de la nación, cuya existencia está en disputa allí donde la minoría es mayoría.
6.- En Madrid/Estado la mayoría monopoliza la voz; la minoría, el silencio.
7.- En Cataluña, la mayoría tiene voz potente; la minoría, también.

Bueno, en todo caso, además de la entrevista a Palinuro podía ayer leerse otra estupenda a Suso de Toro  en elnacional.cat, en la que dice que "Tras el referéndum, el interlocutor será Angela Merkel".

El texto de la mía, a continuación:

Per què hi ha tan poc suport entre els intel·lectuals a l’1-O?
El dret a decidir és inqüestionable, i el subscriuen a favor del Sàhara o el Tibet. Però quan es posa en un terreny que els toca directament, desapareix per la falta de valentia, perquè els mitjans on escriuen els traurien les columnes, però sobretot perquè veuen que es queden sense país. Són més espanyols i nacionalistes que els espanyols i els intel·lectuals estrangers. No els agrada la idea. No poden admetre el dret a decidir d’una part del que consideren Espanya perquè precisament la consideren Espanya. Però això significa subscriure la posició dels de sempre i aleshores els d’esquerres callen. Estan literalment amagats.

S’escuden en els valors de la legalitat per sobre de la democràcia.
Entenc que hi ha algunes persones que raonin d’aquesta manera, però em costaria molt qualificar-los d’intel·lectuals. Entenc que els comissaris i el govern brandin la legalitat com al paleolític brandaven l’arma, però un intel·lectual no ho pot permetre, perquè qualsevol entén que la legalitat és un assumpte de conveniència. ¿O és que existeix una legalitat que es pugui invocar per sobre de la voluntat de la gent?

També hi ha l’argument de la corrupció: que el Procés vol tapar les vergonyes del PDECat.
És un argument tàctic d’aquests demagogs de fireta. Existeix el discurs, fins i tot revestit per capes acadèmiques, que titlla el nacionalisme de burgès i elitista. Però les societats, igual que els individus, canvien i el que estem veient aquí és que aquest discurs de classe s’ha trencat. L’independentisme ara és interclassista i transversal. La prova és que són capaces d’acció política conjunta forces que no tenen res a veure com el PDECat i la CUP.

¿I això quin impacte té en la política? ¿Sense referents ideològics, els partits no poden virar cap a la defensa del dret a decidir?
La distinció que vens a fer entre polítics practicants i referents intel·lectuals no està tan clara. Molts dels polítics practicants presumeixen d’intel·lectuals. Fet aquest incís, la causa i l’efecte es donen al mateix temps. L’acció és dialèctica i la causa i l’efecte van rodats. Sobre l’opinió pública, tampoc està tan clar. A l’últim CIS, la independència té una preocupació de la gent del 2,6%, és a dir, a la gent li importa un rave. Té dues lectures: que no hi estan en contra o que estan tan segurs que al final els tancs entraran per la Diagonal que tant els fa.

¿I el paper dels mitjans, parlant sempre del referèndum il·legal, acaba d’acorralar la dissidència?
Es crea un clima d’opinió. L’espiral del silenci s’invoca per definir el que està passant a Catalunya, però és a Madrid. Si hi ha un sector social procliu a acovardir-se són els intel·lectuals. Això entronca amb la tradició de la cultura política del franquisme i s’arrossega des d’aleshores.

diumenge, 13 d’agost del 2017

El caso de las urnas evanescentes

Si lo dicen las de la CUP será cierto. Desde el momento en que esas urnas no han sido adquiridas con cargo al presupuesto de la Generalitat, sometido a continuo y severo control del ministerio de Hacienda, es razonable pensar que hayan sido donadas o prestadas, por ejemplo, por algún magnate catalán independentista. Eso o pensar que se hayan materializado de modo milagroso, como el maná del pueblo elegido o la lluvia, fenómeno maravilloso e inexplicable, según Rajoy.

En todo caso, tener ocho mil urnas en sí mismo no es ilegal. Puede tratarse de un coleccionista o de alguien que haya comprado los restos de una empresa de fabricación de urnas en quiebra. Lo curioso es que, al fin y al cabo, esconder 8.000 urnas no debe de ser sencillo. He aquí un interesante trabajo de pesquisa de la seguridad del Estado con finalidad preventiva, pues se supone que las urnas servirán para cometer un delito, el de votar. También de interés periodístico: a ver quién da con las urnas. Vehí ya avisa de que no puede revelar sus fuentes.

Incidentalmente, el cartel que lucen las diputadas de la CUP, Gabriel y Vehí, está fuertemente inspirado en el de Cheremnykh y Viktor Deni, en 1920, titulado El camarada Lenin barre la suciedad de la tierra. Estética bolchevique actualizada en clave feminista. Lenin sustituido por una catalana. La escoba es la misma. La dona no barre el globo terráqueo sino solo els països catalans. Pero, si reduce la barrida, multiplica lo barrido: aparte de los reyes y curas de rigor, aquí se amontonan financieros, políticos, toreros, personajes de la casa real en abundancia. Hace gracia el cartel. Lo que no me parece justo es que figure Artur Mas. No está bien cebarse en el contrincante (justa o injustamente) vencido. Indica ensañamiento.

No solo son evanescentes las urnas, también lo son los proyectos de ley. Estaba previsto que el miércoles, 16 se presentara  al pleno el de la Ley del Referéndum, que el gobierno tiene previsto recurrir al Tribunal Constitucional antes de que se seque la tinta o se coloque el último bit. Pero no figura en el orden del día ya distribuido. La oposición y el gobierno se quedan sin contrincante. Claro que tampoco pueden confiarse porque el proyecto puede ser introducido en el último momento por ese artículo que el TC se dejó coleando.

¿No da la impresión de que la Generalitat está jugando con el gobierno? Salvando las distancias está aplicando una guerra de guerrillas. La famosa distinción de Gramsci entre guerra de maniobras y guerra de posiciones se dejaba fuera la guerra de guerrillas, tan esencialmente hispánica. Tanto es así que está admitida en muchas lenguas, aunque con una sola erre, "guerilla". Aparecen de pronto las urnas y todas las baterías de la posición y las maniobras se centran en ellas. Pero las urnas desaparecen. Como los proyectos de ley.  Y otra vez a esperar

¿Y qué decir del censo? ¿Y qué de la idea de reclutar voluntarios para el proceso? Otra especie de censo de juramentados, pues quien no esté inscrito no podrá después participar en los trabajos de la votación y el escrutinio. 

A la hora de calibrar quién está al mando en La Moncloa frente a la continua iniciativa catalana en todas partes y en ninguna tranquiliza mucho escuchar a Rajoy admitiendo que Cataluña es el extranjero. Deja bastante claro lo que este hombre tiene en la cabeza.

dissabte, 12 d’agost del 2017

Ecos del pasado

Se oyen de nuevo las diatribas en el interior de IU, las acusaciones y contraacusaciones; la trifulca. Traen el recuerdo de agrias disputas del pasado y no tan del pasado. Este clima de enfrentamientos, recriminaciones, escisiones y expulsiones es inherente a IU en la medida en que esta prolonga un proyecto esencialmente comunista. Ello no implica que el comunismo sea una ideología intrínsecamente fraccionalista, pero sí que, como demuestra la historia, nació de una escisión y vive en el enfrentamiento interno y la discordia perpetuos. Tanto en España como en el mundo.

Cuando comenzó la aventura de Podemos, hace ya unos años, Palinuro sostenía que el movimiento, en su intención de “sorpasar” al PSOE, empezaría funcionando como un sifón sobre la izquierda llamada transformadora y su adalid, IU. También que la absorción de IU tendría sus peligros; el más evidente que la organización fagocitada, por así decirlo, acabara imponiéndose. Algo de eso debió de pensar el millón de votantes que les negó la confianza en las elecciones de julio de 2016.

Bien a la vista está en este nuevo enfrentamiento entre IU y el recién nacido Actúa. Viejos efluvios de la tradición comunista. No están los tiempos para anatemas y purgas, pero la virulenta reacción de la jefatura de IU muestra que el espíritu detrás de las formas más abiertas y razonadas, es el mismo. Y con el mismo origen. Se ve en el artículo de Alberto Garzón, titulado nada menos que "Llamazares y la honestidad política" en que ventila su querella con Llamazares invocando los intereses de IU y del PCE, ese partido que solo aparece para defender su derecho a existir. 

No sé si Llamazares hace bien o mal. No creo falten razones en uno u otro sentido sobre decisiones personales de exclusiva responsabilidad de quien las toma. Lo que me llama la atención es que la izquierda española esté entretenida en estos aburridos asuntos en los que es imposible discernir lo personal de lo ideológico y hasta de lo neurótico. En una parte del Estado se dirime una cuestión de calado constitucional, revolucionario, incluso, y la izquierda está ausente. El PSOE, por descontado y los otros, entretenidos en sus quisicosas. 

Y cuando deciden enterarse, empeoran la situación. Lo acaba de hacer Pablo Echenique con un artículo preguntando "¿Por qué Rufián no quiere que echemos a Rajoy?" con la consabida respuesta del cuanto peor, mejor y en el que, en realidad, muestra no entender gran cosa del proceso catalán. En el fondo, el artículo es un intento de justificar por qué los de Podemos se oponen a un referéndum al que se opone el gobierno al que ellos se oponen. En todo caso, la intención es clara: los indepes deben aplazar su justísima petición de referéndum al momento en que un impreciso cambio en España les permita realizarlo. 

El argumento tiene un defecto de raíz porque si el referéndum que piden los indepes se realizará cuando haya un cambio, ¿por qué no empezar el cambio precisamente realizando el referéndum? Porque hay una diferencia enorme entre las respectivas ideas que Podemos y los indepes se hacen de su horizonte nacional. Por si acaso esto no quedara claro, puede verse con todo detalle en la respuesta de Gabriel Rufian a Echenique enumerando trece razones.

Cuando la izquierda española quiera entender qué ha pasado en Cataluña, ya habrá pasado. 

Quizá sea esa la mejor forma de entender algo: en la distancia.

dijous, 10 d’agost del 2017

Sentido común y sensatez

Es el lema invariable de Rajoy en lo que le interesa. Los demás son siempre unos insensatos, faltos de sentido común y sobrados de ocurrencias. La sensatez y el sentido común son su patrimonio. Basta con ver la increíble saga de la corrupción bajo su gobierno. Puro sentido común. En donde todos roban, lo sensato es robar. Sensatez y sentido común pide el presidente en Cataluña. Nadie le ha sugerido mentar el socorrido seny con el que es fama se derriten los corazones catalanes. A lo mejor no sabe pronunciarlo.

“Sentido común y sensatez". Los dos pilares sobre los que se alzará la nueva Cataluña española, rescatada de los radicales. Los grandes momentos piden estos sublimes binomios: “Orden y progreso”, “electricidad y soviets”, “Patria o muerte”, “tierra y libertad”. Lo de Rajoy es más burgués, más pantouflard. Nada de aventuras. Su alegato no va solamente contra la independencia de Cataluña (hipótesis que se niega a mencionar, como el nombre de Bárcenas) sino contra la realización del referéndum. 

Referéndum e independencia son momentos distintos. Puede haber referéndum y el resultado ser “no” a la independencia. Por supuesto, desde un punto de vista trascendental, aunque salga “no”, la independencia habrá ganado porque la celebración misma del referéndum es un acto de soberanía y bajo fuego enemigo. Pero habrá salido “no” y se abrirá una nueva incertidumbre en el contexto de unas elecciones.

Por eso, el problema no está en la independencia, sino en el referéndum, en el derecho a decidir o derecho de autodeterminación, sea cual sea el resultado. Eso es lo que Rajoy ha dicho al Rey para tranquilizarlo: que el referéndum no va a celebrarse. No sé si antes o después de que el Monarca perdiera su propia copa en una competición de veleros a manos de un catalán. Un pontífice romano lo interpretaría como un mal augurio. No habrá referéndum porque así lo mandan la sensatez y el sentido común.

En Cataluña el llamado al sentido común se hace pensando en los viejos dorados tiempos de Convergència i Unió, dos fantasmas del pasado. Pero a cambio pueden comprárselo los Comunes, que ya llevan un título medio apropiado. Las recientes declaraciones de Ada Colau negando ser o haber sido nunca independentista han provocado encendidas iras y mucha frustración entre los indepes. Pero hay un punto de ingenuidad o fanatismo en ello. Colau nunca se ha declarado independentista claramente, que yo sepa. El asunto no es nuevo. Otra cosa es que haya jugado a la ambigüedad y su formación, ahora los Comunes, también lo haya hecho o lo haya parecido pues entre ellos hay indepes y no indepes. Colau se cuenta entre los del “no”. Correcto e irreprochable. Está en su derecho.

Pero, ya lo hemos dicho, la cuestión no es la independencia, sino el referéndum, el derecho de autodeterminación. Ese sí es un compromiso expreso de los Comunes y de la alcaldesa. El sentido común que Rajoy quiere de los Comunes es que se opongan a todo referéndum. Dado que, en principio hay dos, el pactado y el no pactado, sería de ley que los Comunes aclararan si apoyan los dos o uno y cuál. Para que no haya ambigüedad. Al fin y el cabo, el lío que tienen montado los de Podemos con Albano Dante Fachín atañe a esta ambigüedad. La dirección nacional quiere que Podem se integre en los Comunes en especial en la cuestión del referéndum. Referéndum sí, pero pactado; no al no pactado. Dante Fachín sostiene que deben apoyarse los dos, ganándose así un furioso rapapolvo de sus instancias superiores, parecido a la “autocrítica” que la jefatura soviética hacía a los disidentes, antes de pasar a métodos más expeditivos. 

Y en el ínterin, la hoja de ruta sigue su marcha en una situación abierta en la que todas las hipótesis son plausibles y nadie sabe qué pueda pasar. En esta situación de calma agosteña, como siempre, el independentismo lleva la iniciativa política y del Estado solo cabe esperar medidas reactivas. ¿Qué haría cualquier estratega ante un enemigo a la defensiva? Obviamente, seguir atacando lo imprescindible y destinar recursos a fortalecer la propia posición, la retaguardia y el apoyo logístico. Aplicarse el viejo proverbio árabe: “primero ata tu camello y luego confía en Alá”. Porque, antes del temido “choque de trenes”, hay una prueba de fuerza de gran importancia mediática y simbólica, el 11 de septiembre. Ahí es donde el independentismo se volcará porque la Diada será la víspera del Referéndum, cuando se vislumbra finalmente la realización del “donec perficiam”.

Así lo viven los dirigentes independentistas y quienes los apoyan, como una ocasión histórica en sus vidas. El discurso del "sentido común y la sensatez” demuestra que el presidente no entiende nada de la situación en que se encuentra. Siendo el encargado, por voluntad propia, de encontrar una solución.

dimecres, 9 d’agost del 2017

La vorágine

Claro, es lo más lógico. Un plan B y un plan C y D y E, y así. Sería un irresponsable quien, en una situación de incertidumbre no previera respuestas a cuantas eventualidades se le ocurrieran. Pero al tiempo interesa negarlo por no dar muestras de debilidad. Decir que no hay plan B forma parte del plan A: referéndum sí o sí.Y que no haya vacilaciones. Pero, aunque no haya ninguna, la eventualidad de que el gobierno aborte el referéndum no puede descartarse y para ella habrá diversas propuestas. Una de ellas podría ser la que anuncia El confidencial de elecciones anticipadas de carácter plebiscitario con lista única de indepes. Seguramente habrá otras y otros planes, incluso una DUI. Dependerá de la forma en que el gobierno haya abortado el referéndum, si lo consigue. 

Así que plan A: referéndum a toda costa. Adelantando acontecimientos, Turull dice que el Parlament no acatará la suspensión de la Ley del Referéndum. Aunque muchos se hagan de nuevas, la doctrina no es de ahora. Hace meses que la Generalitat viene advirtiendo de que no acatará la suspensión de la autonomía.

La desproporción de fuerzas a favor de David contra Goliat es clamorosa: un movimiento independentista con fuerte arraigo social transversal (nunca visto hasta ahora) con el gobierno y mayoría absoluta parlamentaria, con un mandato específico y voluntad política de cumplirlo. Frente a ello, Goliat es un Estado desvencijado con un gobierno desprestigiado por la corrupción, en minoría parlamentaria, con un apoyo social exiguo, sin iniciativa política y una oposición fragmentada, formando un sistema político en crisis sin proyecto político alguno para el país.

El coste de impedir el referéndum crece por momentos. El pobre Goliat puede acabar convertido en Sansón: al impedir el referéndum destruirá el templo de los filisteos que le caerá sobre la cabeza.

dimarts, 8 d’agost del 2017

Hombres de Estado

Como en el Rinoceronte, de Ionesco, Cataluña se ha apoderado de la obra teatral. Los personajes se han puesto enfáticos. Tras despachar con el Rey, Rajoy, expresando sin duda el ánimo real, ha dicho que el consenso sobre Cataluña es una "prioridad inexcusable". Lenguaje contundente, digno de considerar en quien hasta hace poco, negaba que en Cataluña pasara algo más que una "algarabía". Por fin parece que los gobernantes españoles reconocen la realidad y la llaman por su nombre. Quieren estar a la altura de una crisis constitucional de envegadura, de un problema de Estado. Quieren ser estadistas.

El hecho de que, como primera medida para afrontar esa "prioridad inexcusable", se proponga no hacer nada forma parte de la idiosincrasia del personaje, el del "sentido común" y la "previsibilidad". Pero no empece la voluntad de formar  un frente patrio contando con el PSOE, C's y "otras fuerzas políticas" para hacer frente al "reto secesionista", la "prioridad inexcusable" repentina por la que claman todos los actores en el escenario, todos convertidos en rinocerontes.

Ese apasionado drama de la esencia nacional, sin embargo, se escenifica frente a un público más bien apático e indiferente, cuyas máximas preocupaciones son el paro (70,6) y la corrupción (45,3). Sin duda, la independencia de Cataluña mueve pasiones en las redes (como entre los gobernantes), pero en las inquietudes de la gente se le concede un supermodesto 2,6. Y esos puntos deben de ser todos de Cataluña, donde la independencia tiene muy movilizada a la población. En España, no. Sí a los gobernantes y la clase política en general; no a la población. Esto tiene varias lecturas y no necesariamente coincidentes.

La coletilla de "otras fuerzas políticas" en la declaración veraniega de Rajoy carece de significado y sirve solo para ocultar que el gobierno no cuenta con Podemos en una acción conjunta frente a Cataluña. Justo eso plantea una grave escisión en el seno de la izquierda. El PSOE no puede validar la exclusión de Podemos. Propone una subcomisión ad hoc en el Congreso para estudiar la reforma de la Constitución (CE) en la que obviamente, estaría Podemos y, supongo, los indepes catalanes. No va a cambiarla por un contubernio extraparlamentario que excluya a esas "otras fuerzas políticas".

El dolce far niente con que Rajoy se apresta a enfrentarse a la "prioridad inexcusble" terminará el 2 de octubre, cuando él y los suyos, ya en "otra situación" (que vaya usted a saber cuál es), tomarán las medidas que haya que tomar. Esa es la propuesta, en el habitual tono de ordeno y mando que no parece aceptable para las izquierdas. Pero ellas decidirán. El 2 de octubre promete ser fecha notable pues el PDeCat ha anunciado ya su voluntad de votar a favor de una moción de censura a Rajoy para formar un gobierno cuya tarea fuera gestionar el resultado del referéndum. Todas las propuestas van al PSOE, partido de la oposición. Sería conveniente que estuviera a la altura de las circunstancias, con una visión acorde a nuestros tiempos; no a los de Franco.

La actitud del PP, claramente expuesta por su presidente y presidente del gobierno, a las puertas del palacio dee Marivent, es de negatividad y bloqueo. No quiere que se cambie nada. No quiere reforma de la Constitución (eso es algo que se reserva para él y el PSOE cuando a ambos les interese) y, en caso de admitirla, será tras previa especificación de los asuntos y aspectos que se quieran reformar. Es decir, se arroga una especie de veto en el Congreso que, además, se amplía en el Senado, segundo frente de la derecha para torpedear todo intento de reforma de la situación catalana. Se ampara para ello en una Constitución empleada como arma de partido al servicio de un tercio de la población española y de una décima parte de la catalana.

En España sigue sin haber estadistas.

dilluns, 7 d’agost del 2017

Serpiente de verano

Está bien esto de dejar para la vuelta de las vacaciones lo que haya de ser. El gobierno, también de (más) holganza, ha dejado un retén en Madrid por si los catalanes se extralimitan en su habitual "algarabía". O sea, que el primer día de la rentrée será con el nuevo estallido de la algarabía, digo, de la Diada. En el ínterin los habituales recursos y contrarrecursos del gobierno y, en su caso, la Generalitat al Tribunal Constitucional, que también deberá quedarse de guardia.

Como si nada de esto fuera con ellos, los dos líderes de la izquierda se despiden entre abrazos augurando lo peor para Rajoy en una "breve" legislatura que lleva ya más de un año. A la vuelta del verano pudiera materializarse alguna de las amenazas que blande la izquierda; petición de dimisión, reprobación, moción de censura. Un punto de desconfianza aparece cuando se recuerda que Rajoy es ducho en gobernar bajo amenazas y  dificultades. Si ha sido capaz de superarse a sí mismo, será capaz de cualquier cosa.

En Podemos están animados pues creen que los números para una moción de censura dan. Aunque sea con la candidatura de Sánchez, no hay que ser personalistas. Los del PSOE no la tienen en prioridad, pero tampoco la descartan. Se hacen querer. La imagen es cautivadora: un gobierno de unión de la izquierda, dedicado a desmantelar todo lo que de malo ha hecho el PP; en realidad, todo.

La cuestión, sin embargo, es que los números no dan sin contar con los votos de los indepes catalanes. Siendo así, cualquier perspectiva de gobierno de unión de la izquierda se desvanece en el aire, como las ilusiones, mientras la posición del PSOE siga siendo negar el referéndum. Es curioso que la formación de gobierno en España dependa de los votos de quienes quieren marcharse de ella. Forma parte del alucinante tinglado que bulle sin parar con la cuestión independentista catalana. Justo la que no se quiere reconocer en todo su alcance.

Y ¿qué hay de malo en un referéndum pactado? ¿Se ha propuesto algo mejor? ¿O se están recogiendo los resultados de años de desidia, inutilidad, cuando no de provocación con Cataluña? Más bien lo último. Hasta un columnista de El País, Antonio Navalón, reconoce que España no ha sabido ni querido gestionar una crisis política de primer orden, o sea, que ha fracasado.

En ese fracaso bien podría presentarse la izquierda con una propuesta novedosa en el contencioso catalán. Pero no la tiene. El PSOE porque lo suyo es el nacionalismo español de siempre y Podemos porque lo es el de nuevo cuño, con ribetes de populismo. No obstante, sugeriría a ambos una consulta a sus respectivas bases sobre un referéndum pactado en Cataluña. Quizá se llevaran una sorpresa.

Está claro, no obstante, que sin referéndum pactado no hay moción de censura; sin moción de censura no hay gobierno de la izquierda y la legislatura del hombre de los sobresueldos, agotará su mandato. Lo único que puede poner fin al ciclo de Rajoy será la votación del 1/10, que vendrá preanunciada por el 11/9

dijous, 3 d’agost del 2017

Sánchez in partibus

Lo ha avanzado Margarita Robles, persona de mucha autoridad en el PSOE, afirmando que Sánchez va a implicarse “a tope” en la cuestión del referéndum, visto que el gobierno se llama andana. El SG va a hacer muchos viajes a Cataluña para contactar con todo el mundo con una oferta de solución política que evite el “choque de trenes”. Siempre que oigo eso del “choque de trenes” me acuerdo de que el primero que circuló en la Península fue entre Barcelona y Mataró y el segundo, entre la Corte de Madrid y los reales lugares de esparcimiento de Aranjuez. Esos trenes solo pueden chocar.

En todo caso es muy acertada esa decisión. Sánchez consolida su liderazgo con la sola retranca vandeana de Andalucía y la sumisión de los barones. Y lo hace abordando el problema más grave que tiene el Estado español en lugar de hacerlo, como es costumbre en el lugar, hablando de cualquier otra futesa. La política española tiene un horizonte: Cataluña y el liderazgo se ejerce hablando de él en lugar de sumirse en el mutismo y esconderse detrás de las togas de los magistrados.

De señalar es también lo oportuno de una decisión que implica tomar contacto directo, real, verdadero con aquello sobre lo que se va a negociar, a debatir, en último término, a legislar. Es conveniente saber de qué se habla y no hacerlo de oídas.

En las “muchas visitas” de Sánchez a Cataluña es de esperar encuentre tiempo para hablar con los independentistas, con las gentes de la ANC, Ómnium, la AMI y los partidos del bloque mayoritario en el Parlamento catalán, que no se lleve solo la impresión de los suyos, que tampoco son tantos. La predisposición existe. Está por ver hasta qué punto de compromiso, hasta dónde puede llegar la empatía de Sánchez.

Me atrevería a hacerle una propuesta. Pues ha elegido el mes de septiembre para visitar el principado, pulsar opiniones y ganar adeptos, ¿por qué no asiste a la Diada el 11 de ese mes? Factible, desde luego, es y Sánchez estará más seguro entre dos o tres millones de catalanes que una periodista entre un centenar de falangistas enfurecidos por el rojo-separatismo.

Desde el punto de vista político sería una diana que haría de Sánchez un líder de un tiempo nuevo de verdad. ¿No dice que España es un Estado plurinacional? ¿Qué hay de malo en asistir al día más señalado de la nación catalana? Cosas de este tipo augurarían un liderazgo español y no castellano. Pero, para la oposición al referéndum, me temo, llega tarde.

Indudablemente, el referéndum ha sido la causa de esta aceptación de una negociación que lleve a una reforma de la Constitución. Parece bastante lógico que, habiendo sido la causa, sea también el efecto.

dimecres, 2 d’agost del 2017

El gendarme togado

Aquí no va a irse nadie de vacaciones; nadie excepto el presidente de la “gran nación”, que estará imitando a Forrest Gump o jugando al dominó en algún municipio de Pontevedra y el monarca, quien ya ha regalado una sesión de bonitas fotos a las revistas del corazón desde el palacio de Marivent. Normalidad dinástica. Donde veraneaba el padre, veranea el hijo. Normalidad.

Pero de normalidad, nada. Las hostilidades en la causa catalana se aceleran. Ha faltado tiempo al gobierno para recurrir la reforma del reglamento del Parlament ante el Tribunal Constitucional (TC) y este ha volado literalmente admitiendo a trámite el recurso por unanimidad en cosa de minutos. Con la admisión se suspende la reforma y, además, se apercibe con ceñudo gesto a diversos cargos de la Cámara de las responsabilidades en que pueden incurrir si hacen gesto de desobedecer.

El recurso tiene un fundamento jurídico que trae hilo de un dictamen del Consell de Garanties Estatutaries y se centra en la situación de desigualdad en que quedan los grupos de la oposición y la negación del derecho de participación. El punto más débil de esta argumentación es que la reforma del reglamento recurrida reproduce a veces literalmente los textos vigentes sobre lectura única en otras Comunidades Autónomas. Incluso en los reglamentos del Congreso y el Senado. Con el añadido de que, entre otras ocasiones, el Parlamento español ha procedido en lectura única en el caso de la reforma del art. 135 CE y la reforma de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional de 2015 que convierte en este en ejecutor de sus propias sentencias, monstruo contra natura jurídica que es el juez y parte al mismo tiempo. Una figura que, como la Medusa, aterroriza el solo mirarla.

Quien quiera acceder a una exposición de todos los textos autonómicos en la materia de lectura única puede ir al tuit de Roberto Fernández Santos, que se ha tomado el trabajo de recopilarlos. Y, en efecto, hay una coincidencia casi total. Alguna comunidad pide unanimidad de la Junta de Portavoces (caso de Andalucía), pero en la inmensa mayoría, la lectura única que quiere introducir el Parlament está en vigor por doquier. Difícil va a tenerlo el TC si quiere anular la reforma por razones jurídicas, salvo que se proceda a anular la lectura única en todos los reglamentos, incluido el del Congreso.

El fundamento jurídico será objeto de prolongados debates porque todas las normas son interpretables. Y esa es su finalidad: que se prolongue la decisión y, por tanto, la suspensión, más de dos meses, a los efectos de abortar la consulta del 1/10. Es decir, la finalidad verdadera no es jurídica, sino política y se basa en la convicción del gobierno de que la reforma reglamentaria catalana servirá para aprobar la legislación de desconexión.
Como ha señalado todo el mundo, el recurso, en realidad, es preventivo. No se recurre la norma por sí misma sino por la intención que lleva. Pero como esto no se puede decir, se busca el fundamento en derecho. Este, seguramente, no resistirá el escrutinio jurídico del TC, quien creerá salvar su muy mermado prestigio rechazando el recurso… dentro de cinco meses. Para entonces ese mismo TC, al admitir, ya habrá cumplido su función política de gendarme del gobierno de impedir el reférendum. Y, con ello, asumirá el protagonismo en la actividad represiva por razones políticas a medida que las cosas se compliquen, creando una situación insólita: un TC invadiendo por iniciativa propia la jurisdicción penal.

Porque, ¿qué reacción a la suspensión cabe esperar de la cámara catalana, incluidas algunas de las personas ceñudamente apercibidas? Si no de todas, sí, quizá de la presidenta Forcadell, ya imputada en otros procedimientos. ¿Qué sucede si el Parlament decide por mayoría absoluta no acatar la suspensión? Es evidente que la recurrirá y también que el TC inadmitirá el recurso o se negará a levantar la suspensión. A partir de aquí, vienen las conjeturas.

La mayoría independentista absoluta apunta en dirección al no acatamiento. En esto seguirá habiendo unidad de acción entre JxS y la CUP. El posible enfrentamiento, siempre latente, a cuenta de las campañas de la CUP es irrelevante. Esta organización es autónoma por esencia y tiene derecho a desarrollar sus actividades como mejor crea conveniente. La unidad en la lucha contra el Estado no tiene por qué llevarse a todos los órdenes de la vida en los que cada cual mira por sí. Esas campañas contra el turismo (cuestiones de orden público aparte) son manifestaciones de dinámicas sociales muy generalizadas y en sociedades avanzadas.
De no acatarse la suspensión, el enfrentamiento previsto como plazo último el 1/10 se habrá adelantado. El desacato producirá inhabilitaciones. Las inhabilitaciones no serán admitidas y el Estado tendrá que escalar las medidas represivas. Contando con que Puigdemont ya ha dicho públicamente que está dispuesto a ir la cárcel a cuenta del referéndum.

En alguna de esas tertulias televisadas en las que vociferan energúmenos, en distintas ocasiones se ha dicho que los independentistas iban buscando algún muerto o que se merecían un fusilamiento, no estoy muy seguro y los energúmenos tampoco. Pero sí parece claro que el gobierno rige sus actuaciones por lo que oye en las tertulias. No quiere muertos; pero quiere presos.

Justificar la imagen de un presidente de un gobierno regional preso por razones políticas por el Estado central es cosa harto difícil. Justificar un estado de excepción de hecho, si no de derecho, en Cataluña ante la UE y la comunidad internacional requiere dotes sobrenaturales.

La capacidad del Estado español de imponer su punto de vista en los foros internacionales es prácticamente inexistente. Incluso en asuntos referidos a lo que considera “problemas internos”

dimarts, 1 d’agost del 2017

La marcha hacia el fascismo

Hace unos días, el ministro del Interior, heredero del insólito Fernández Díaz, acusaba a los nacionalistas de utilizar las instituciones con fines partidistas. Teniendo en cuenta que este ministro es militante del PP y juez al mismo tiempo, que fue alcalde de Sevilla, también del PP, su queja solo puede entenderse como una típica proyección neurótica porque emplear las instituciones públicas con fines partidista es justamente lo que hace él y, en escala mucho mayor su partido.

¡Y qué partido! Él mismo está imputado en dos procesos penales; en sus filas cuenta con unos 900 militantes y cargos públicos asimismo imputados penalmente y sostiene un gobierno del que han dimitido ya dos ministros (Mato y Soria) por corrupción declarada y tiene otros dos reprobados por sus prácticas antidemocráticas. Además, su presidente, presunto cobrador de cuantiosos sobresueldos procedentes de la caja B, acaba de declarar como testigo en uno de los procesos por corrupción de la Gürtel y, aunque su declaración se ha atenido al modelo de la infanta Cristina (no sé nada, no me acuerdo, no me consta, eso lo llevaba mi marido), es posible que haya cometido perjurio por cuanto negó en sede judicial tener conocimiento alguno de los aspectos económicos de su gestión como director de campaña electoral del PP siendo así que hay pruebas fehacientes de que conocía perfectamente estos aspectos y hasta los explicaba en ruedas de prensa.

Este partido, presunta asociación de malhechores, con el presidente de los sobresueldos ha destruido el escaso Estado de derecho que había en España. Para la comisión de sus fechorías, para ocultarla y, para causar perjuicio a sus adversarios ideológicos se ha servido de todas las instituciones del Estado, las ha instrumentalizado y las ha pervertido hasta el extremo de que ninguna de ellas tiene autoridad alguna como no sea imponiéndola a palos.

La instrumentalización más escandalosa es la del Tribunal Constitucional, presidido durante años por un exmilitante del PP que ocultó está condición ante la comisión del Senado que había de nombrarlo. En cualquier lugar este escamoteo sería motivo de cese fulminante. Aquí, ni se menciona. Este presidente y una mayoría de componentes de este órgano político que se hace pasar por tribunal ha venido actuando al servicio del gobierno del PP. No contento con esto, el gobierno de la derecha, con su mayoría parlamentaria absoluta en la legislatura anterior, impuso una reforma del reglamento del Tribunal que lo convierte en agente ejecutor de sus propias sentencias al servicio del gobierno. Los componentes de este pintoresco órgano, por mayoría (cuando menos, hubo tres votos en contra de carácter crítico) aceptaron convertirse en algo tan contrario al espíritu mismo del derecho y la justicia como juez y parte. Incluso más, dada su sumisión al poder político, en el fondo, lo que esta reforma consigue en convertir al gobierno en el dueño absoluto del Tribunal Constitucional. Cualquier parecido con un Estado de derecho es una quimera.

Y no solo el Tribunal Constitucional. El gobierno está utilizando el conjunto de la judicatura, literalmente repleta de jueces del PP y del Opus (que vienen a ser lo mismo) para sus fines partidistas, cuenta habida de que ya no es posible emplear el ejército, que es lo que verdaderamente quiere. Así, interfiere en los procedimientos, recusa jueces, impone otros de su cuerda ideológica y así resulta que, cuando el Tribunal Supremo anuncia que estudiará una prueba de la Gürtel que podría anular el conjunto del proceso, todo el mundo sabe que, de producirse tamaña barbaridad, se debería como siempre, a las presiones de los gobernantes.

De lo que estos están haciendo con todas las instancias administrativas y los medios de comunicación no merece la pena hablar. Todas y todos al servicio incondicional de un partido corrupto y cleptocrático que, en su desesperado intento de impedir por la fuerza un referéndum de autodeterminación en Cataluña de cuya convocatoria, paradójicamente, es uno de los principales responsables, ha llevado al país al punto de ruptura inevitable.

Si el gobierno es corrupto, los jueces partidistas, la administración prevaricadora y los medios lacayos del poder político, el resumen final e inevitable será el fascismo. El proceso de fascistización de que hablaba Poulantzas se agiliza notablemente en España, en donde nadie de la derecha ha condenado todavía (y mucho menos ha hecho algo en contra) el legado de un régimen franquista genocida y delincuente. Sus herederos al día de hoy en el gobierno practican la misma política arbitraria, represiva, tiránica que su modelo y por eso no lo condenan, porque carecen de la talla moral necesaria para repudiar aquel régimen asesino y sus consecuencias al día de hoy.

¿Y la izquierda? A la vista está que está tratando de escurrir el bulto, ignorar el avance del fascismo en la vergonzosa esperanza de que, cuando este cometa más fechorías de las que ya está cometiendo no caiga sobre ella parte de la represión. Es una izquierda cobarde y sumisa, incapaz de hacer frente al avance del fascismo porque, al tratarse del modo de afrontar la reivindicación independentista catalana, en el fondo, coincide con la derecha. Proferirá unos gemidos cuando la represión alcance niveles intolerables para pasar luego a esos politiqueos de alianzas y desalianzas de parlamentos y gobiernos, como si el problema más grave que tiene España hoy, tanto en lo político como en lo económico y lo moral, no fuera Cataluña.

Para su vergüenza, los acontecimientos están poniendo en evidencia la miseria moral e intelectual de estas izquierdas que de tales no tienen nada. Puigdemont ya ha anunciado que no aceptará decisión alguna de cualesquiera autoridades españolas inhabilitándolo y ha puesto el problema en sus dimensiones reales: la legitimidad democrática frente a la arbitrariedad disfrazada delegalidad.

Y la izquierda callada o, lo que es peor, dando la razón a los represores neofranquistas por puro miedo.

De la legitimidad democrática, pasamos al principio de desobediencia civil, base misma de la democracia frente a la tiranía de la mayoría y el mismo Puigdemont advierte de que está dispuesto a ir a la cárcel por defender el referéndum. Que no le quepa duda a la izquierda: con él irán muchos, catalanes y no catalanes, que defendemos el derecho de autodeterminación de Cataluña.

Para entonces, de la izquierda española no van a quedar ni las raspas.