divendres, 15 de novembre del 2013

Rumorologías.


Dice el fiscal Horrach que no cabe imputar a nadie (se refiere a la infanta Cristina) a partir de una mera rumorología, que hay que presentar pruebas, cuando menos indiciarias. Cierto. La cuestión es, sin embargo, cómo se consideren las que ya hay, si suficientes o no. Y eso lo decide el juez Castro. Entre tanto, curiosa palabra esta de rumorología. No parece estar en el DRAE, lo cual normalmente tampoco importa mucho cuando resulta necesaria. Se usa, y ya la admitirá el diccionario. La pregunta es qué añade la inexistente "rumorología" al existente rumor, fuera de sílabas. Parece añadir énfasis. Como si el normalmente poco valorado "rumor" necesitara un complemento para hacerlo ya detestable. Lo malo de las hipérboles es que acaban haciendo bueno aquello de lo que se apartan. La "rumorología" es condenable porque el modesto "rumor" no lo es. 

En fin, no nos liemos y vayamos a lo nuestro, el rumor. Navegando por la red doy ayer con una página llamada atualcanceblog.es en la que se afirma que Rubalcaba no se presentará a las primarias. La información menciona "fuentes cercanas al líder socialista", pero he sido incapaz, a mi vez, de averiguar algo sobre la identidad del autor (o autores) de la página. Quizá se deba a mi incompetencia, porque es raro que páginas con publicidad no den datos sobre su personalidad, si individual o colectiva, asociativa, institucional, etc. El hecho es que no puedo verificar la autoría de la información ni contrastarla porque no la veo en ningún otra parte. Así pues, es prudente adjudicársela al rumor, o la "rumorología". Palinuro se considera mediano internauta y su experiencia le dice que en la red se pueden cometer las pifias más sonadas y caer en las trampas más absurdas. Cualquiera puede abrirse una página web con un nombre ficticio o haciéndose llamar cualquier cosa y propalar las noticias más pintorescas, incluso, ¿por qué no? con intención dolosa hacia terceros.

Pero el rumor es una potencia. A la vuelta de la conferencia política del PSOE, El Plural (que, ese sí, es claramente un diario digital proclive a los socialistas) informaba de que Rubalcaba regresaba de la conferencia y de la gripe sin dar señal alguna sobre su futuro. Es la oposición entre el propósito y el resultado. El partido (sobre todo, su dirección) quería que se hablase de cuestiones programáticas y no de las primarias. El resultado es que se habla de las primarias, incluso para decir que aún no se sabe nada. Es lo que les da interés morboso, como en los thrillers: no se sabe qué va a pasar.

Si alguien dice saberlo y, añade, de buena tinta (tinta y fuente suelen acompañar al rumor), habrá revuelo. Los rumores son poderosos porque se extienden sin control alguno. Los medios serios, comerciales, no los acogen porque incluso si informan de ellos como "rumores" ya les están dando algún respaldo. El rumor solo lo combate el silencio y no tiene la victoria garantizada.

El PSOE renovado en la conferencia anuncia una intención sincrética, como si quisiera renovar el viejo conjuro del partido atrapalotodo: dice echarse a la izquierda en políticas frente a la crisis y de recuperación de derechos pero, al mismo tiempo, se postula reciamente nacional español (en vagarosa acepción federal) y defensor del trono y el altar. El trono, sin ambages, a través de un ejercicio de suspensión fenomenológica de su espíritu republicano  y el altar por una especie de fatalismo que lo lleva a denunciar los Acuerdos de 1979 pero solo con el muy puro fin de negociar otros. Porque acuerdos, al parecer, ha de haber.

Uno puede estar más o menos conforme con estos o aquellos aspectos, pero no hay duda de que la voluntad del PSOE, confirmada en su conferencia, es formular una propuesta general, omnicomprensiva, "holística", como dicen los de sistemas para que, salvo los extremos más furibundos, todos se sientan cómodos en ella, la izquierda, el centro y hasta el centro-derecha.

Pero el rumor contraataca: y esas intenciones tan convincentes, ¿quién va a llevarlas a la práctica? ¿Con qué discurso? ¿Con qué lenguaje? O sea, ¿cómo va a comunicarlo? Porque en un país gobernado por un partido llamado "popular" que tiene ministros aristócratas y millonarios y cuya defensora del pueblo es una marquesa, el orden retórico, básicamente el de la política, presenta ciertas anomalías.

Una de ellas puede ser la de conciliar la izquierda con la defensa del trono y el altar. De lo que se trata, obviamente, es de ganar las elecciones y, a este fin, la amalgama propuesta puede salir o no, pero es claro que ya está propuesta y así va a mantenerse, determinando los límites del juego. Resta ahora por ver precisamente aquello en lo que se ceba el rumor: el rostro de quien vaya a encargarse de la defensa.  Las audiencias necesitan atribuir autoría a los discursos, autoría personal, no institucional. Las instituciones no tienen rostro.

Los rumores, la rumorología, van a seguir.